Siempre he sentido una cierto rechazo inconsciente por los sobrenombres. Sin embargo, he acabado teniendo dos. Cuando era niño, un pariente tuvo la ocurrencia de atribuirme uno: Bolin . Este es un término que, en el pueblo de Asturias en el que pasaba los veranos, designa una especie de pequeño canto rodado frecuente en algunas playas. No alcanzo a imaginar qué particular asociación de ideas pudo sugerirle bautizarme con él. Aunque, bien mirado, y considerando cual ha sido la actitud general que he mantenido en mi vida, tal vez no anduvo muy desencaminado.


Saco responde a otra circunstancia totalmente diferente. Fui yo quien lo escogió. Las condiciones para ejercer ciertas profesiones -como la de miembro de la redacción de algunas publicaciones-, en los primeros años de la transición política, requerían tomar algunas precauciones. Un íntimo homenaje a un personaje mítico en el santoral anarquista, me proporcionó - con una pequeña licencia ortográfica - la solución al problema.


Dado que actualmente la participación activa en los medios informáticos solicita frecuentemente un “nick”, estos apelativos han encontrado, inesperadamente, una nueva utilidad.

Los tebeos que publico más abajo, corresponden al período en que yo era SACO.







jueves, 30 de septiembre de 2010